sábado, 1 de septiembre de 2018

Este lavabo era para los chicos. Aquí también han reemplazado los espejos por rectángulos de metal gris opaco, pero los urinarios siguen en su sitio, en una de las paredes, y el esmalte blanco está siempre manchado de amarillo. Parecen extraños ataúdes para bebés. Vuelvo a asombrarme por la desnudez que caracterizala vida de los hombres: las duchas abiertas, el cuerpo expuesto a las miradas y las comparaciones, las partes íntimas exhibidas en público. ¿Para qué? ¿Tiene algún propósito tranquilizador? La ostentación de un distintivo común a todos ellos, que les hace pensar que todo está en orden, que están donde deben estar. ¿Por qué las mujeres no necesitan demostrarse las unas a las otras que son mujeres? Cierta manera de desabrocharse, de abrir la entrepierna despreocupadamente. Como cuando los perros de olisquean.

El cuento de la criada-Margaret Atwood.

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