sábado, 31 de diciembre de 2016

(...) Cuando se dio cuenta por primera vez, su corazón estuvo a punto de romperse; pero ahora parecía ser el aspecto redentor del romance. Este, en dos palabras, había sido de los que habían tenido la mayoría de los jóvenes de su edad, y de los que salían con la conciencia tranquila y una imperturbable fe en la abismal distinción entre la mujer que uno ama y respeta y las que uno disfruta... y compadece. A creerlo le instigaban cuidadosamente su madre, sus tías y otras parientes de edad que compartían sin excepción la opinión de Mrs. Archer de que, cuando "pasan esas cosas", el hombre ha hecho sin duda una tontería, pero la mujer ha cometido un delito. Todas las señoras de edad a las que Archer conocía tenían a toda mujer que amara imprudentemente por necesariamente artera y falta de escrúpulos, y a los pobres y necios hombres por víctimas impotentes en sus garras. Lo único que podía hacerse con estos últimos era convencerles de que se casaran lo antes posible con una chica bien, y entonces confiarlos a su custodia.

La edad de la inocencia- Edith Wharton.

jueves, 29 de diciembre de 2016

La condesa movió la cabeza de un lado a otro y suspiró.
-¡Oh, lo sé, lo sé! Pero siempre que no oigan nada desagradable. La tía Welland me lo dijo con esas mismas palabras cuando intenté... ¿Es que aquí nadie quiere saber la verdad? ¡La verdadera soledad consiste en vivir entre toda esa gente encantadora que sólo te pide que finjas!- se llevó las manos al rostro, y el joven vio cómo se estremecían en un sollozo sus delgados hombros.
-¡Madame Olenska!... ¡Oh, Ellen, no!- exclamó, levantándose e inclinándose sobre ella.
Tiró hacia abajo de una de sus manos, apretándola y acariciándola como si fuera la de una niña, mientras murmuraba palabras tranquilizadoras; pero ella se liberó enseguida, mirándole a través de las húmedas pestañas.
-¿Es que aquí tampoco llora nadie? Supongo que en el cielo no hace falta-dijo, enderezándose los tirabuzones sueltos mientras rompía a reír y se inclinaba sobre la tetera.

La edad de la inocencia- Edith Wharton.
-Los Van der Luyden- dijo Archer, sintiéndose pomposo a medida que hablaba- son la pareja más influyente de la sociedad neoyorquina. Lamentablemente reciben muy poco.
Ella soltó las manos de detrás de la cabeza y le miró, pensativa.
-¿No será ésta la razón?
-¿La razón...?
-De se gran influencia; que se hagan tanto de rogar.
Archer se sonrojó un poco, la miró fijamente... y, repetidamente, sintió cuán penetrante era el comentario. De un solo golpe había pinchado a los Van der Luyden y éstos se habían desinflado. Se echó a reír, sacrificándolos.

La edad de la inocencia- Edith Wharton.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

-¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre? (...)
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(...) Era curioso pensar que el cielo era el mismo para todo el mundo, lo mismo para los habitantes de Eurasia y de Asia Oriental, que para los de Oceanía. Y en realidad las gentes que vivían bajo ese mismo cielo eran muy parecidas en todas partes, centenares o millares de millones de personas como aquélla, personas que ignoraban mutuamente sus existencias, separadas por muros de odio y mentiras, y sin embargo exactamente iguales; gentes que nunca habían aprendido a pensar, pero que almacenaban en sus corazones, en sus vientres y en sus músculos la energía que en el futuro habría de cambiar el mundo. (...)

1984-George Orwell
Por primera vez comprendió la magnitud de lo que se proponía hacer. ¿Cómo se iba a comunicar con el futuro? Esto era imposible por su propia naturaleza. Una de dos: o el futuro se parecía al presente y entonces no le haría ningún caso, o sería una cosa distinta y, en tal caso, lo que él dijera carecería de todo sentido para ese futuro.

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El Partido dijo que Oceanía nunca había sido aliada de Eurasia. Él, Winston Smith, sabía que Oceanía había estado aliada con Eurasia cuatro años antes. Pero, ¿dónde constaba ese conocimiento? Sólo en su propia conciencia, la cual, en todo caso, iba a ser aniquilada muy pronto. Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. "El que controla el pasado", decía el slogan del Partido, "controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado". Y, sin embargo, el pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado. Todo lo que ahora era verdad, había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban "control de la realidad". Pero en neolengua había una palabra especial para ello: doblepensar.

1984-George Orwell.