lunes, 26 de octubre de 2015

Esa noche Luigi se puso a pensar.
Una chica y un chico chocan; sin duda, es un accidente.
Una chica y un chico chocan y a ella se le cae el pañuelo; sin duda, es otro accidente.
Pero cuando una chica le regala a un chico un calamar muerto: eso tenía que querer decir algo.

Los gondoleros silenciosos- William Goldman. 
¿Quién entre nosotros se considera lo bastante sabio como para afirmar que conoce la mente del hombre? Yo he pasado toda mi vida persiguiendo ese conocimiento y no me encuentro más cerca de hallarlo que cuando era un niño. ¿De dónde proceden las grandes ideas? ¿Qué es lo que produce una repentina iluminación en el espíritu? Newton necesitó un buen manzanazo para que se activara su mente.

Los gondoleros silenciosos- William Goldman.
Hay muchas cosas malas en la raza humana. Pero también hay muchas cosas buenas. Y una de las mejores es esta: los sueños, los grandes sueños, no mueren nunca...

Los gondoleros silenciosos- William Goldman.

martes, 20 de octubre de 2015

Esta imagen es permanente en mi blog porque es una de esas películas que siempre que veo por la tele no puedo evitar mirarla hasta el final (sea la uno, la dos o la tres).
 Y hoy (créanme que lo estoy escribiendo el 21 y no el 20 como dice arriba)llega Marty a 2015. 
Sí, esto ya es el futuro.

martes, 6 de octubre de 2015

-¡Qué ilusión, pensar que la Fiera era algo que se podía cazar, matar!-dijo la cabeza. Durante unos momentos, el bosque y todos los demás lugares apenas discernibles resonaron con la parodia de una risa-.Tú lo sabías, ¿verdad? ¿Que soy parte de ti? ¡Caliente, caliente, caliente! ¿Que soy la causa de que todo salga mal? ¿De que las cosas sean como son?

El señor de las moscas-William Golding. Creo que nunca había leído un libro con tanta tensión nerviosa y angustia. Muy perturbador, pero no por eso hay que dejar de leerlo.
-Le tengo miedo-dijo Piggy- y por eso le conozco. Si tienes miedo de alguien le odias, pero no puedes dejar de pensar en él. Te engañas diciéndote que de verdad no es tan malo, pero luego, cuando vuelves a verle... es como el asma, no te deja respirar. Te voy a decir una cosa. A ti también te odia, Ralph.

El señor de las moscas-William Golding.
Se entregó una vez más a aquel nuevo estado especulativo, tan ajeno a él. Si los rostros cambiaban de aspecto, según les diese la luz desde arriba o desde abajo, ¿qué era en realidad un rostro? ¿Qué eran las cosas?
Ralph se movió impaciente. Lo malo de ser jefe era que había que pensar, había que ser prudente. Y las ocasiones se esfumaban tan rápidamente que era necesario a aferrarse en seguida a una decisión. Eso le hacía a uno pensar; porque pensar era algo valioso que lograba resultados...
Sólo que no sé pensar, decidió Ralph al encontrarse junto al asiento del jefe. No como lo hace Piggy.
Por segunda vez en aquella noche tuvo Ralph que reajustar sus valores. Piggy sabía pensar. Podía proceder paso a paso dentro de aquella cabezota suya, pero no servía para jefe. Sin embargo, tenía un buen cerebro a pesar de aquel ridículo cuerpo. Ralph se había convertido ya en un especialista del pensamiento y era capaz de reconocer la inteligencia en otro.

El señor de las moscas-William Golding.