lunes, 18 de julio de 2016

Pero el juego sólo sirve para nombres de varón. Porque, si nace una niña, Laila ya sabe cómo va a llamarse. 

Mil soles espléndidos- Khaled Hosseini. 
La frase perfecta para terminar de emocionarse con este libro hermoso.
A babi le correspondió la tarea más dolorosa.
Lo encontró de pie en su estudio con expresión compungida, observando sus estantes. Llevaba una camiseta de segunda mano con una imagen del puente rojo de San Francisco. Una densa niebla ascendía de las aguas espumosas y engullía las torres del puente.
-Ya conoces esa vieja historia- dijo él-. Estás en una isla desierta y sólo puedes tener cinco libros. ¿Cuáles escogerías? Nunca pensé que tendría que hacerlo realmente.

Mil soles espléndidos- Khaled Hosseini.
-¿Por qué se ha fijado tu corazoncito en una vieja fea como yo?-musitaba Mariam en los cabellos de Aziza-. ¿Eh? Yo no soy nada, ¿no te das cuenta? Sólo una dehati. ¿Qué puedo ofrecerte yo?
Pero la pequeña se limitaba a soltar unos gemidos satisfechos y a acercar aún más su cara. Y cuando lo hacía, Mariam se sentía desfallecer. Se le llenaban los ojos de lágrimas. Se le alegraba el corazón. Y se maravillaba de que, después de tantos años de soledad, hubiera hallado en aquella criatura el primer lazo auténtico y sincero en toda una vida de vínculos falsos y fracasados.
 
Mil soles espléndidos- Khaled Hosseini.
Por la noche fueron al barrio de Chaman y, desde detrás de Rashid, Mariam contempló los fuegos artificiales que iluminaban el cielo con destellos verdes, rosas y amarillos. Echaba de menos poder sentarse con el ulema Faizulá a la puerta del kolba para observar los fuegos artificiales que estallaban sobre Herat en la lejanía, y las súbitas explosiones de color reflejadas en los ojos amables y aquejados de cataratas de su tutor. Pero, sobre todo, echaba de menos a Nana. Mariam deseó que su madre estuviera viva para ver todo aquello. Para verla a ella, en medio de todo aquello. Para ver por fin que la alegría y la belleza no eran cosas inalcanzables. Ni siquiera para personas como ellas.

Mil soles espléndidos- Khaled Hosseini.
-Puede que esto te ayude-dijo Garry. Se llevó las manos a la cara, manipuló sus rasgos, les dio forma. Su cara era tan dúctil como la plastilina templada.
(...)
Richard conocía bien la nueva cara: la había afeitado cada mañana desde que terminó el colegio; había cepillado sus dientes, explotado sus espinillas y, en alguna que otra ocasión, había deseado que se pareciera más a la de Tom Cruise, o la de John Lennon, o la de cualquier otra persona, en realidad. Era, naturalmente, su propia cara. 

Neverwhere-Neil Gaiman.
A simple vista, hay cuatro elementos fundamentales que permiten distinguir al señor Croup del señor Vandemar: primero, el señor Vandemar le saca dos cabezas y media al señor Croup; segundo, los ojos del señor Vandemar son de un desvaído color azul cobalto, mientras que los ojos del señor Croup son marrones; tercero, mientras que el señor Vandemar se fabricó los anillos que luce en su mano derecha con las calaveras de cuatro cuervos, el señor Croup no lleva joyas a la vista; cuarto, al señor Croup le gustan las palabras, en cambio, el señor Vandemar siempre está hambriento. Además, no se parecen en nada.

Nevewhere-Neil Gaiman.
Sigo cruzando ríos, andando selvas, amando el Sol,
cada día sigo sacando espinas de lo profundo del corazón,
en la noche sigo encendiendo sueños
para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo.

Cuando escriba tu nombre en la arena blanca con fondo azul,
cuando mire al cielo en la forma cruel de una nube gris aparezcas tú,
una tarde suba una alta loma,
mire el pasado sabrás que no te he olvidado.


Yo te llevo dentro; hasta la raíz,
y por más que crezca vas a estar aquí,
aunque yo me oculte tras la montaña
y encuentre un campo lleno de caña,
no habrá manera mi rayo de Luna que tú te vayas.


Pienso que cada instante sobrevivido al caminar
y cada segundo de incertidumbre,
cada momento de no saber, son la clave exacta
de ese tejido que ando cargando bajo la piel,
así te protejo; aquí sigues dentro.


Yo te llevo dentro; hasta la raíz,
y por más que crezca vas a estar aquí,
aunque yo me oculte tras la montaña
y encuentre un campo lleno de caña,
no habrá manera mi rayo de Luna que tú te vayas,
que tú te vayas. 


Hasta la raíz-Natalia Lafourcade. Repetir hasta el infinito.

lunes, 4 de julio de 2016

Si un asunto es importante, debe conservar algo de oscuridad. Los que hablan a los gritos no tienen nada que decir.

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Las casualidades producen alegría. Se tiene la sensación de haber captado una evidencia de un orden secreto, pero en realidad se trata de un simple capricho de sincronía.

Hospital Posadas- Jorge Consiglio.