jueves, 17 de abril de 2014

Al verla así, dentro del marco idílico de la ventana, no quise creer que aquella mujer fuera la que yo creía, porque me resistía a admitir que la vida terminara por parecerse tanto a la mala literatura. Pero era ella: Ángela Vicario veintitrés años después del drama.
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La verdad es que hablaba de su desventura sin ningún pudor para disimular la otra desventura, la verdadera, que le abrasaba las entrañas. Nadie hubiera sospechado siquiera, hasta que ella se decidió a contármelo, que Bayardo San Román estaba en su vida para siempre desde que la llevó de regreso a su casa. Fue un golpe de gracia. "De pronto, cuando mamá empezó a pegarme, empecé a acordarme de él", me dijo. Los puñetazos le dolían menos porque sabía que eran por él. Siguió pensando en él con un cierto asombro de sí misma cuando sollozaba tumbada en el sofá del comedor.
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Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas. Cuantas más cartas mandaba más encendía las brasas de su fiebre, pero más calentaba también el rencor contra su madre.

Crónica de una muerte anunciada-Gabriel García Márquez.
Era Ángela Vicario quien no quería casarse con él. «Me parecía demasiado hombre para mí», me dijo. Además, Bayardo San Román no había intentado siquiera seducirla a ella, sino que hechizó a la familia con sus encantos. Ángela Vicario no olvidó nunca el horror de la noche en que sus padres y sus hermanas mayores con sus maridos, reunidos en la sala de la casa, le impusieron la obligación de casarse con un hombre que apenas había visto.(...) Ángela Vicario se atrevió apenas a insinuar el inconveniente de la falta de amor, pero su madre lo demolió con una sola frase:
-También el amor se aprende.

Crónica de una muerte anunciada- Gabriel García Márquez. Que en paz descanse. Aunque este libro no haya sido de mis favoritos (es el único que he leído de él por ahora), no hace falta aclarar su maestría al escribir, esa maravillosa capacidad de hacerte percibir a través de los sentidos la historia que está relatando.

domingo, 13 de abril de 2014

-De cualquier modo, da grandes fiestas-dijo Jordan, cambiando de tema con urbano desagrado por lo concreto-. Y a mí me gustan las fiestas grandes. Son tan íntimas. En las fiestas pequeñas no hay ninguna intimidad.

El gran Gatsby- F. Scott Fitzgerald.

miércoles, 2 de abril de 2014

Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.


Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte.


Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente. 


Sólo le pido a Dios- León Gieco.