martes, 18 de octubre de 2016

-¿Cómo termina?
Así. A mí me parecía un buen fin.
Además, yo odiaba los finales. En los finales, las cosas, para bien o para mal, siempre tienen que tener un sentido. A mí me gustaba contar combates entre extraterrestres y terrícolas sin una razón, viajes espaciales en busca de nada. Y me gustaban los animales salvajes que vivían sin un porqué, sin saber que iban a morir. Me sacaba de quicio que, cuando veíamos una película, mis padres se pusieran siempre a hablar del final, como si toda la historia consistiese en eso y lo demás no contase.
¿Así que era lo mismo en la vida real, sólo el final importaba? ¿No contaba nada la vida de mi abuela y sólo su muerte en aquel horrible hospital era importante?

Tú y yo- Niccolò Ammaniti. 
No empecé a hablar hasta los tres años y la conversación nunca fue mi fuerte. Cuando un desconocido me dirigía la palabra, le contestaba sí, no, no lo sé. Y si insistía, le contestaba lo que quería oír.
Las cosas, una vez pensadas, ¿qué necesidad hay de decirlas? 

Tú y yo- Niccolò Ammaniti.

lunes, 17 de octubre de 2016

La verdad era lo último que tenía en mente, e incluso si existía no la quería en mi casa. Edipo salió a buscar la verdad y cuando la encontró, su vida se fue al carajo.
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Las canciones son como sueños que debes luchar por hacer realidad; países ignotos en los que hay que penetrar. Puedes escribir una canción donde sea, en el compartimiento de un tren, en un barco, a caballo; el movimiento alimenta la inspiración.
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Me gustaba la noche. Todas las cosas crecen de noche. Mi imaginación está despierta de noche. Todos mis prejuicios sobre las cosas se desvanecen. A veces, uno busca el paraíso en el sitio equivocado. Podría estar bajo tus pies. O en tu propia cama.

Crónicas-Bob Dylan.

domingo, 16 de octubre de 2016

Me hallaba en Nueva York, la ciudad que iba a perfilar mi destino. La moderna Gomorra. Estaba en el punto de partida, pero no era en absoluto un novato.
Llegué en lo más crudo del invierno. Hacía un frío brutal, y todas las arterias de la ciudad estaban recubiertas de nieve, pero yo había salido del norte glacial, de un rincón de la tierra donde los bosques gélidos y las carreteras heladas eran moneda corriente. Podía superar las limitaciones. No iba en busca de dinero ni amor. Me sentía extremadamente despierto, iba a la mía, era un tipo poco práctico y, para colmo, un visionario. Estaba totalmente decidido y no necesitaba ningún tipo de aval. Tampoco conocía un alma en aquella oscura metrópoli congelada, pero eso iba a cambiar... muy pronto. 
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Mi aliento se congelaba en el aire, pero no sentía frío. Iba camino del estrellato; no me cabía la menor duda. ¿Podía ser que estuviera engañándome? No. No creo que tuviera imaginación suficiente para ello; tampoco albergaba falsas esperanzas. Venía de muy lejos y de muy abajo, y ahora el destino estaba por revelarse. Tenía la sensación de que me miraba a la cara, sólo a mí.

Crónicas-Bob Dylan.