jueves, 17 de abril de 2014

Era Ángela Vicario quien no quería casarse con él. «Me parecía demasiado hombre para mí», me dijo. Además, Bayardo San Román no había intentado siquiera seducirla a ella, sino que hechizó a la familia con sus encantos. Ángela Vicario no olvidó nunca el horror de la noche en que sus padres y sus hermanas mayores con sus maridos, reunidos en la sala de la casa, le impusieron la obligación de casarse con un hombre que apenas había visto.(...) Ángela Vicario se atrevió apenas a insinuar el inconveniente de la falta de amor, pero su madre lo demolió con una sola frase:
-También el amor se aprende.

Crónica de una muerte anunciada- Gabriel García Márquez. Que en paz descanse. Aunque este libro no haya sido de mis favoritos (es el único que he leído de él por ahora), no hace falta aclarar su maestría al escribir, esa maravillosa capacidad de hacerte percibir a través de los sentidos la historia que está relatando.

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