martes, 11 de febrero de 2014

-Te aseguro que es muy divertido, Foma. Voy a contarles a ustedes la plancha que me tiré una vez. Escucha tú también, Sergio; es muy instructivo. Como dije, estábamos de guarnición en Krasnogotsk-comenzó mi tío, satisfecho y radiante (...)-. Apenas llegué a la ciudad, aquella misma noche me voy al teatro. (...) Bueno, pues estaba viendo tranquilamente la función, cuando en un entreacto me encuentro con mi antiguo condiscípulo Kornsukhov. (...) Satisfechísmos de vernos, nos ponemos a hablar. En el palco de al lado había tres señoras, sentadas en línea. La de la izquierda era verdaderamente horrorosa. Después he sabido que era una mujer excelente, madre de familia y que había hecho felicísimo a su marido... Yo, como un imbécil, voy y le digo a Kornsukhov: "Oye, ¿conoces tú a ese esperpento?" "¿A quién?" "A esa señora." "Es mi prima." ¡Diablo, ya se pueden ustedes figurar mi situación! Para arreglarla, le digo entonces: "No, no es ésa la que decía, sino aquella, fíjate." "Es mi hermana." ¡Caracoles! Y que su hermana era un encanto, menuda, preciosa y divinamente vestida; en una palabra: un verdadero querubín. (...) Bueno, no sabiendo entonces dónde meterme, vuelvo a decirle: "No, no es ésa quien digo, sino la que está en el centro." "¡Ah! ¿en el centro? Es mi mujer." Y, dicho entre paréntesis, era deliciosa. ¡Estaba para comérsela...! "Pues bien-concluí-, si nos has visto nunca a ningún imbécil, aquí delante tienes uno. Puedes cortarme la cabeza sin el menor remordimiento." Aquello le hizo reír. Me presentó a las señoras, al final de la función, y el muy bribón había debido contarles la cosa, pues se reían mucho. En mi vida he pasado una noche tan divertida. (...)

Stepantchikovo- Fédor Dostoievski.

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