martes, 11 de febrero de 2014

-Bueno, ¿y qué? ¿Qué importancia puede tener eso?
-¡Cómo! ¿Que qué importancia puede tener?-vociferó Foma, congestionado-. ¿Y es usted quien lo pregunta? ¿Usted, su amo, y podríamos decir que su padre? ¿Ignora usted, pues, que esa canción narra la historia de un repugnante aldeano, que, es estado de embriaguez, se atrevió a cometer la más inmoral de las acciones? ¿No sabe usted lo que hizo ese aldeano depravado? ¿No?... ¡Pues no vacilar en pisotear los vínculos más sagrados! ¡Sí, señor, en pisotearlos, con sus botas de patán, con sus botas acostumbradas al entarimado de las tabernas! ¿Comprende usted ahora que su respuesta es una ofensa a los más nobles sentimientos? ¿Que me ofende a mí mismo? ¿Lo comprende usted: sí o no?
-Pero Foma, ¡si no es más que una canción! Reflexiona, Foma...
-¿Que no es más que una canción? ¿Y no se avergüenza usted de confesarme que la conoce? ¡Usted, un hombre distinguido! ¡Usted, un coronel! ¡Usted, el padre de unos niños inocentes y puros! ¡Que no es más que una canción! Pero ¿qué es lo que motivó esa canción sino un hecho real? ¿Conque una canción nada más? Pero ¿qué hombre honrado confesaría conocerla y haberla oído, sin morir de vergüenza? ¿Cuál?¿Cuál?
-Pero, para hablar así de ella, también tú debes conocerla, Foma- respondió mi tío, ingenuamente.
-¿Cómo? ¿Conocerla yo? ¿Yo? ¿Yo?... ¡Pero eso es un insulto!-exclamó Foma, poniéndose en pie de un salto, presa de un verdadero furor ante lo aplastante de la réplica. 

Stepantchikovo- Fédor Dostoievski.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Abuelito dime tú