viernes, 16 de mayo de 2014

A fin de ser más clara me explico mejor. nadie podrá creer que una muchachita de trece años se encuentre sola en el mundo. Desde luego, no es totalmente exacto: tengo padres a quienes quiero mucho y una hermana de dieciséis años; tengo, en suma, una treintena de camaradas y, entre ellos, las llamadas amigas; tengo admiradores en abundancia que me siguen con la mirada, mientras que los que, en clase, están mal situados para verme, tratan de asir mi imagen con ayuda de un espejito de bolsillo. Tengo familia, amables tíos y tías, un hogar agradable. No. No me falta nada aparentemente, salvo la Amiga. Con mis camaradas, sólo puedo divertirme y nada más. Nunca llego a hablar con ellos más que de vulgaridades, inclusive con una de mis amigas, porque nos es imposible hacernos más íntimas; ahí está la dificultad. Esa falta de confianza es quizá mi verdadero defecto. De cualquier modo, me encuentro ante un hecho cumplido, y es bastante lastimoso no poder ignorarlo.
De ahí la razón de este Diario. A fin de evocar mejor la imagen que me forjo de una amiga largamente esperada, no quiero limitarme a simples hechos, como tantos hacen, sino que deseo que este Diario personifique a la Amiga. Y esta amiga se llamará Kitty.

Diario de Ana Frank. Qué sensación tan rara el identificarse con lo que dice...

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