jueves, 5 de diciembre de 2013

Este negro, simpático, imitador, que en una familia distinguida ha adquirido rápidamente los gustos y los sentimientos que forman la atmósfera que le rodea, se ve expuesto cada día a pertenecer a los hombres más brutales y groseros; se le trata como a una silla o a una mesa que, después de haber decorado un elegante salón, es al fin relegada, sucia y desvencijada, al despacho de alguna infame taberna o a alguna vil guarida de la más vulgar disolución. La única diferencia que entre ellos existe es que la mesa o la silla no sienten y que el hombre siente, porque aun el mismo acto legal en virtud del cual es "tomado, atribuido y adjudicado como propiedad personal" no puede arrebatarle su alma ni aniquilar el mundo interior de recuerdos, de esperanzas, de amor, de temores y de deseos que encierra.

La cabaña del Tío Tom- Harriet Beecher Stowe.

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