viernes, 30 de noviembre de 2012

El cabo de vela ya hacía rato que se estaba apagando en el torcido candelero, iluminando débilmente en esta miserable habitación al asesino y a la pecadora, extrañamente reunidos por la lectura del libro eterno.

Crimen y castigo- Fiódor Dostoievski.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Abuelito dime tú