domingo, 5 de agosto de 2012


Recliná, niña, tu frente, sobre mí
Que aquí reina un fresco ambiente
Y en las cuchillas se siente
Un perfume de alhelí.

Recliná, bella cautiva,
Amorosa y sensitiva
En brazos de Alborebí,
Quien te ama con ansia ardiente,
Recliná, niña, tu frente
Sobre mí.

Flor de ceibo, perfumada roja flor,
Son tus labios, mi adorada,
Como rosa perfumada
Llena de suave color.

Como murmullo del río
En la siesta del estío
Es tu acento seductor
Y tus labios, mi adorada,
Flor de ceibo, perfumada
Roja flor.

Si tus ojos son de ardiente resplandor
Tu pupila es transparente
Como el agua de la fuente
De purísimo color.

¿Quién al verte no te mira
Y por ti, niña, suspira
Y a ti sola quiere amar,
Y cautivo no se siente
Si tus ojos son de ardiente
Resplandor?

Las cristianas hechiceras del aduar
Van llorando lastimeras
Cual calandrias prisioneras
Su infortunio y su pesar

El cacique no las mira
Y por ti, niña, suspira
Y a ti sola quiere amar,
Las cristianas hechiceras
Del aduar.


Al ardiente mediodía
Cuando vierta su armonía
El tuyú,
Estaremos, garza mía,
En la fresca sombra umbría
Bajo el verde guabiyú.

Tú en la hamaca recostada
Y en mi pecho reclinada
Y junto a mi frente tú;
Al ardiente mediodía,
Cuando vierta su armonía
El tuyú.

¿Qué más quieres, mi cristiana, para ti,
Si tu frente se engalana
Con la pluma soberana
Del cacique Alborebí?

Tendrás perlas a millares,
Ricas joyas y collares
Que en la guerra conseguí
Entre sangre castellana.
¿Qué más quieres, mi cristiana, para ti?


La Cautiva-Autor anónimo.

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