Tras rogar a la anciana y al caballero que no dudaran de la veracidad de tan interesantes particulares, el señor Chuckster los entretuvo con cotilleos del mundillo del teatro y de la corte, concluyendo así una brillante y fascinante conversación que mantuvo él solo, sin interrupción, durante más de tres cuartos de hora.
La tienda de antigüedades- Charles Dickens.
martes, 8 de marzo de 2016
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