Lo que él había escrito durante la pasada noche se dividía en dos grupos. Las cosas ya familiares, copiadas en la nueva redacción, habían sido escritas ordenadamente, con una bella caligrafía. Las nuevas, en cambio, estaban escritas a toda prisa, con abreviaciones, señales y trazos ininteligibles.
Al descifrarlas experimentó la desilusión de siempre. La noche anterior aquellos esbozos le habían hecho llorar e incluso algunos fragmentos lo llenaron de sorpresa. Ahora, precisamente éstos eran los que le desilusionaban y amargaban porque los encontraba con toda evidencia algo artificiosos.
Durante toda su vida soñó en una originalidad sobria, atenuada, irreconocible externamente, oculta bajo el velo de una forma obvia y familiar. Durante toda la vida había cuidado la elaboración de ese lenguaje simple y mesurado, en virtud del cual el lector y el oyente señorearan el contenido sin darse cuenta de la forma como lo asimilaban. Toda la vida había buscado un estilo inadvertido, que no llamase la atención, y se asustó al comprobar cuán lejos estaba todavía de su ideal.
Doctor Zhivago- Boris Pasternak.
martes, 8 de marzo de 2016
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