Estas narraciones apasionantes despertaron en mí extraños y confusos pensamientos. ¿Realmente era el ser humano tan poderoso, tan virtuoso y magnífico, y al mismo tiempo tan vil y vicioso? A veces parecía sólo un instrumento del mal, y en otras ocasiones, encarnaba virtudes nobles y divinas. El mayor honor al que podía aspirar el hombre parecía ser demostrarse magnífico y virtuoso, mientras que ser cruel e infame parecía ser prueba de decadencia y degradación, testimonio de una condición más baja que la del ciego topo o el miserable gusano de tierra. No logré comprender durante mucho tiempo cómo podía el ser humano cometer un acto tan horrendo como matar a un semejante, o por qué existían leyes o gobiernos. Pero cuando supe algunas cosas más sobre el vicio y el crimen, dejé se sorprenderme para no sentir más que vergüenza y disgusto.
Frankenstein- Mary W. Shelley.
viernes, 14 de agosto de 2015
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Abuelito dime tú