Entonces Arturo vio el problema delante de él tan claramente como si estuviera representado en un mapa. Lo más notable acerca de las guerras era que se luchaba por nada, realmente por nada. Las fronteras no eran más que líneas imaginarias. No existía ninguna línea visible entre Escocia e Inglaterra. La culpa era de la geografía, de la geografía política. Eso era todo. Las naciones no tenían necesidad de poseer el mismo tipo de civilización ni el mismo tipo de dirigentes, como no los tenían ni los pufinos ni las alcas. Todos podían conservar sus propias costumbres (...), con tal de que se concedieran unos a otros la libertad de comercio y el libre acceso a todas las zonas del mundo. Los países debían convertirse en condados o provincias, pero provincias que conservaran su propia cultura y las leyes locales. Las líneas imaginarias de la superficie de la tierra deberían eliminarse, puesto que las aves, que habitaban en el aire, las desdeñaban por naturaleza. ¡Qué ridículas le parecieron las fronteras a Lyo-lyok, la gansa salvaje, y le parecerían al hombre, si aprendiese a volar!
Una vela al viento (Camelot)- T. H. White. Esta es la última, lo juro jajaja.
martes, 29 de diciembre de 2015
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