¿Sabes, hijo mío, por qué no quise que limpiaras el sofá? Porque limpiarle mientras tu compañero lo veía, era casi hacerle una reconvención por haberlo ensuciado. Y esto no estaba bien: en primer lugar, porque no lo había hecho de intento, y en segundo, porque le había manchado con ropa de su padre, que se la había enyesado trabajando; y lo que se mancha trabajando no ensucia; es polvo, cal, barniz, todo lo que quieras, pero no es suciedad. El trabajo no ensucia.
Corazón- Edmundo de Amicis.
viernes, 16 de enero de 2015
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Abuelito dime tú