MAESTRE: ¿Algún hombre se ha atrevido a faltarle el respeto?
INFANTA: Uno.
MAESTRE: ¿Su nombre?
INFANTA: ¿Para qué? Está demasiado alto.
MAESTRE: Por alto que esté. Se me ha confiado tu viaje y no puedo dejar sin castigo una falta contra ti, aunque fuera solo una palabra.
INFANTA: No me habló.
MAESTRE: Una mirada.
INFANTA: No me miró.
MAESTRE: ¿Cuál es, entonces, su falta?
INFANTA: Esas dos. No hablarme ni mirarme siendo el primero que debía hacerlo. ¿Necesitas todavía que te diga su nombre?
Corona de amor y muerte-Alejandro Casona.
martes, 4 de marzo de 2014
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