Después de comer, Hans todavía permaneció sentado a la mesa un rato, en silencio. ¿En verdad era un cobarde como su hijo había asegurado de manera tan descarnada? Así se había considerado a sí mismo en la Primera Guerra Mundial. De hecho, a ello atribuía su supervivencia. Entonces, ¿se es cobarde por sentir miedo? ¿Se es cobarde por alegrarse de seguir vivo?
La ladrona de libros-Markus Zusak.
jueves, 2 de enero de 2014
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Abuelito dime tú