Abrazado, desde la infancia, por todas las formas de la revolución, Gabriel no podía menos que revolucionar en nombre de algo; y tuvo que hacerlo en nombre de lo único que quedaba: la cordura. Pero no podía negar su sangre de fanático en el exceso de convicción, bastante ostensible, con que defendía el sentido común.
El hombre que fue Jueves- G. K. Chesterton.
sábado, 20 de septiembre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Abuelito dime tú