MARGA: ¿Dónde está el niño?
MATILDE: Ahora vendrá. ha salido al monte con la escopeta.
MARGA (sorprendida): ¡Con la escopeta! ¿Él solo?
ANGELINA: Con Bernardo y Fermín.
MARGA: Menos mal. ¿Dos criados?
ANGELINA: Dos perros.
MARGA: ¡Pero no puede ser! ¿Es que yo me he vuelto loca? (Mira inquieta a las dos y retrocede) ¡O es que ustedes...!
MATILDE: Tranquilícese. Nosotras tampoco.
MARGA: ¿Y les parece bien dejar así a una criatura sola, con una escopeta?
MATILDE: El padre era un gran cazador y lo acostumbró a la pólvora desde que nació. Por ese lado no hay peligro.
(...)
MARGA: Comprendo, señora, comprendo. Y ahora me explico este refugio en el campo, y tanto secreto. ¡Un chico natural!... ¿Suyo?
ANGELINA (ruborizada): ¡Yo soy una señorita!
MARGA: Perdón. ¿Suyo?
MATILDE: Tampoco. Yo, aunque viuda, soy señorita también.
(..)
MARGA: En resumen, ¿puedo saber de quién es ese hijo natural?
MATILDE: ¿Quién ha dicho que sea un hijo natural?
MARGA: Si no he entendido mal, ustedes ahora mismo.
MATILDE: Mi hermana ha dicho "natural", como lo contrario de artificial. "Natural", como producto de la Naturaleza. ¿Está claro?
(...)
MARGA: ¿Y cuál es el problema especial de ese chico, que las tiene tan preocupadas?
ANGELINA: Lo primero, ya hemos dicho: una ignorancia total.
MARGA: Sí, sí, ya sé: leer, escribir, los libros... Hasta ahí todo es normal. ¿Y después?
MATILDE: Después, el carácter. ¡No se lo imagina usted! Indomable y peligroso como el mismo diablo.¡ Un rebelde!
MARGA: No importa; a eso ya estoy acostumbrada. ¿Ha tenido otros antes que yo?
ANGELINA: Tres hombres. Tres fracasos.
MATILDE: El primero trató de amansarlo por la dulzura, y renunció a los cuatro días. El segundo quiso atraerlo por la razón y duró una semana.
ANGELINA: El tercero se empeñó en dominarlo por la fuerza, y ahí empezó la tragedia. ¿Ve aquella ventana alta del pabellón? Por allí lo tiró.
MARGA: ¡No lo puedo creer! ¿Que el profesor tiró al niño por la ventana?
ANGELINA: El niño al profesor.
MARGA (desfallecida): Un momento, un momento, que estoy empezando a marearme. De manera que el niño tiró al profesor por aquella ventana... Pero entonces, ¿cuántos años tiene esa criatura?
MATILDE (natural): Veinticuatro.
MARGA (se levanta de un salto): ¿¡Cómo!? (Aprieta los párpados y se pasa la mano por lo ojos dominándose) Perdón, señora... creo que no he entendido bien ¿Ha dicho cuatro años?
MATILDE: Veinticuatro.
La tercera palabra-Alejandro Casona.
sábado, 26 de octubre de 2013
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