-Puede que esto te ayude-dijo Garry. Se llevó las manos a la cara, manipuló sus rasgos, les dio forma. Su cara era tan dúctil como la plastilina templada.
(...)
Richard conocía bien la nueva cara: la había afeitado cada mañana desde que terminó el colegio; había cepillado sus dientes, explotado sus espinillas y, en alguna que otra ocasión, había deseado que se pareciera más a la de Tom Cruise, o la de John Lennon, o la de cualquier otra persona, en realidad. Era, naturalmente, su propia cara.
Neverwhere-Neil Gaiman.
lunes, 18 de julio de 2016
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